martes, 8 de febrero de 2011

Iluminación tres: una crítica al modernismo / Jorge Eduardo Eielson


Esta imagen tan interesante, del artista visual y poeta peruano Jorge Eduardo Eielson (1924-2006), corresponde a un inusitado planteamiento espacial. La luz de la delgada vertical que se encuentra con una horizontal porta la arena de un paisaje y se hace uno con un azul intenso y articula, visualmente, una poética del infinito. Así, sobre un paisaje de desierto (que podría ser el de la costa del Perú pero también el de la luna de algún extraño planeta) se lee: "Esta vertical celeste proviene de alfa de centauro". Y, no obstante, la instalación propuesta para estar en un espacio de exhibición evoca, a su manera, una lejanía. Una forma de iluminación en distintas dimensiones nos sale al paso, casi como si la encontráramos en nuestro camino. 

Eielson pertenece a la generación de artistas y poetas peruanos que, después de 1945, asumieron credos modernos. En algunos casos la ideología de lo moderno mostró la necesidad de hacerse la pregunta: ¿Fueron los Incas nuestra antigüedad? Eielson, atraído al principio por la arquitectura precolombina y después por los mantos Paracas y su paisaje de arena, se preguntó también, de manera semejante, por el punto de vista que suponía la existencia de las líneas de Nasca. Pero Eielson, a diferencia de otros importantes artistas locales -que buscaron su respuesta en la pintura- la encontró en otras formas estéticas: aquellas que reinventan la tensión entre el sonido y el silencio, la luz y la oscuridad, el objeto y el vacío, el exterior y el interior. 

La instalación, en tanto forma estética, investiga todos estos límites. Asume una crítica a la ideología de lo moderno al distanciarse de los ideales de la pintura, circunscritos al lienzo. Eielson encontró la instalación como una suerte de crítica interna a la forma pintura. Esto fue en la década de 1960, en plena crisis de la sensibilidad y del arte europeo; pues este volvía sus ojos hacia la vanguardia y pedía, otra vez, abolir la distancia entre el arte y la vida: "Hay una diferencia radical (...) entre la pintura anterior a la vanguardia y la actual: la primera es un descubrimiento y una conquista, que va desde Giotto hasta Picasso, y lleva consigo la euforia y la confianza de toda conquista, con realizaciones portentosas e irrepetibles; la segunda introduce la duda, la desconfianza formal, la mezcla de códigos visuales, los saltos de registros, la discontinuidad, las citas y las llamadas a otras épocas y culturas". Las pinturas de técnica mixta de Eielson, de comienzos de la década de 1960, se inscriben en esta segunda y nueva etapa de la pintura. A diferencia de las tradicionales, exhiben un principio material asociado al paisaje. En estas una necesidad de espacio y de materia física (residuo y huella de una memoria) surge poco a poco. Casi de modo natural, dicha necesidad plantea su tránsito a la forma estética de la instalación.

La iluminación de Eielson, en su dimensión histórica, nos invita a pensar a la América Antigua como posibilidad de futuro. Por encima de la evocación nostálgica que propuso la pintura abstracta de los artistas peruanos de la década de 1950 centrada, en el mejor de los casos, en la recreación poética de lo intuido por el artista como andino antiguo (desde su subjetividad); Eielson aparenta compartir, con ellos, algunos de sus valores estéticos. Finalmente, se despide de dichos valores de manera tan natural como contundente. Y esto porque el núcleo de su estética deja de ser, para Eielson, la subjetividad del poeta. No es que esta no interese sino que ahora lo central resulta ser el aprecio por la materialidad de los lenguajes en sus características conceptuales, visuales, sonoras, pero también en sus dimensiones espaciales y temporales. Eielson mismo lo presenta así: "A primera vista es lo que hace cualquier artista italiano, francés o alemán cuando pinta un cuadro abstracto o trabaja con el acero o con el neón. Pero en esos casos se trata siempre de la misma concepción individualista del arte destinado a la contemplación. Lo que yo deseaba era algo que debía emanar directamente del contexto social, de su coyuntura histórica, antigua y moderna, que debía llegar directamente a la gente, fuera de los canales consagrados del arte". 

La pieza fotografiada es una instalación que no lleva título (S/T), y formó parte de una exposición de la obra del artista que se hizo en el año 2005, en la sala de Miraflores del Instituto Cultural Peruano Norteamericano (ICPNA), Lima-Perú. Dicha exposición se realizó con ocasión del otorgamiento a J.E.Eielson del premio Teknoquímica. Está tomada del catálogo Jorge Eielson: Teknoquímica 2004, editado por el ICPNA, Lima-Perú, p. 90, 2005.