domingo, 26 de junio de 2011

Kant: una glosa acerca de lo bello




Para enfrentar la estética que se encuentra en los escritos de Inmanuel Kant (1724-1804) uno tiene que plantearla en retrospectiva. Es decir, uno tiene que plantearla desde la perspectiva del presente y ver en sus escritos las consecuencias actuales que experimenta la estética contemporánea. Así, uno recoge, enfrentadas, dos claves muy distintas. Una primera estará vinculada a una confrontación con la tradición de las bellas artes. Respecto de esto Kant propone como ámbito de discusión el asunto de la belleza. Una segunda clave, en cambio, resulta novedosa, pues se confronta, ya no con la tradición, sino con el ámbito de lo suprasensible: el asunto de lo sublime. Otra vez y por poner casos y situciones actuales y enfatizar el anacronismo de una lectura en retrospectiva y a contrapelo: por un lado y en primer lugar, estaría la belleza natural pues ésta parece estar al alcance de la mano, por así decir, al encontrarla si uno se da el tiempo para viajar al sur del Perú, por ejemplo, en los espacios verdes rodeados de montañas en el valle del Urubamba en Cuzco; pero también en las pinturas, esculturas y otros objetos culturales híbridos y menos precisos pero entendidos como arte. Por otro lado y en segundo lugar, ya no estaría la belleza sino una experiencia intensa, entendida como una experiencia de lo suprasensible: una que desborda, si se toma al pie de la letra, los aspectos específicos de toda realidad sensible, incluida la de cualquier paisaje. 

En esta glosa solo se presentará, de una manera resumida, la primera clave. Como se ha dicho, esta se vincula con lo que aparece bajo el nombre de "bello arte". Así, al menos al principio y a través de una primera mirada, la belleza  resulta emparentada con algunos objetos culturales que se someten a determinadas reglas. Se trata de reglas más o menos estables que, fijadas por la tradición, acercarán, al gusto establecido, todo aquello que el "genio" pueda haber inventado. La problemática del texto de Kant respecto de la belleza se pregunta: ¿qué es mejor la belleza artística (de una escultura clásica como El Doríforo) o la belleza natural (por ejemplo de unos cristales encontrados en esta o aquella gruta)? y esta otra: ¿no será que la belleza artística de lo clásico es "meramente" académica y algo aburrida? Sino ¿por qué ésta no da placer a quienes la observan? ¿resulta importante, acaso, proponer una idea distinta de belleza artística?



En efecto, Kant postulaba que El Doríforo, una obra de arte del escultor griego Polícleto, había resultado de gran utilidad para fijar una regla acerca de la figura humana del varón. Dicha figura pronto se convirtió, en el mundo griego, en una idea normal del género masculino. Así, la idea normal del varón será muy diferente según la tierra en la que se haga la comparación. Por ello, dice Kant, "un negro debe tener, bajo estas condiciones empíricas, una idea normal de la belleza de la figura distinta a la de un blanco; el chino una idea distinta a la del europeo. Igual ocurriría con el modelo de un caballo o de un perro bello (de cierta raza)". Resulta interesante darse cuenta que, en contextos específicos de percepción, Kant enfatiza, en la práctica, el mismo relativismo que algunos estetas de la época le habían atribuido a las sensaciones y las percepciones subjetivas. Así, cierta idea normal, por ejemplo, del perfil de la mujer peruana, será obviamente diferente a la del perfil de la mujer europea.




También siguiendo a dichos estetas, Kant prefiere, antes que a la percepción sensorial de esto o aquello, el juicio que supone la posibilidad de un intercambio de opiniones con el otro. Y, por ello, si existen dos bandos que opinan y emiten juicios distintos, por ejemplo, acerca de los murales que recientemente fueron borrados del centro histórico de la ciudad de Lima, pero sin deliberación e intercambio previo de opiniones para la toma de decisión, entonces dicho fenómeno comunicativo o de incomunicación será más importante que la propia captación sensorial, vía la percepción, de las figuras (bellas o no) de dichos murales. De esta manera, en la doctrina kantiana el juicio se convierte en la instancia decisiva en cuestiones de estética. Por ejemplo, otra vez para los estetas ingleses de la época (fines del siglo XVIII europeo) el juicio se propone como una instancia de diálogo (y potencial conflicto) en la que, al menos dos personas, se juntan para deliberar acerca de sus gustos personales o colectivos. Y, al decir algo respecto de lo que acaban de percibir intercambian pareceres: un catador le dice a otro "el vino de esta botella sabe a cuero" mientras el otro le contesta, "no, el vino de esta botella no sabe a cuero sino a hierro". Pareceres a veces diametralmente opuestos sobre sus percepciones. Pero, a diferencia de estos Kant afirma que el terreno del juicio no es totalmente subjetivo (como el de la percepción) sino que siempre, funciona gracias a alguna regla. 


Kant nos dice que, desde el momento en que elaboramos un juicio estético ocurre algo a tomar en cuenta. Y esto que ocurre es que introducimos un elemento que proviene del entendimiento. Es decir, de algo ajeno a la pura percepción sensorial subjetiva. No solo porque se "verbaliza" aquello que se ha percibido, sino porque, para hacerlo, resulta necesario introducir un modelo previo que hace posible dicho juicio. Y así, por ejemplo, en lugar de decir "el vino de esta botella sabe a madera", diríamos algo así como "el vino de esta botella es excelente porque es semejante a x" (siendo x un modelo previo que está allí quizá sin darnos cuenta y que es la idea normal de, pongamos, el vino de una zona de Ica en el Perú).




La utilidad de asumir que existe un modelo previo es acceder a la compresión de que hay de por medio una regla fijada previamente, una idea normal. Kant opera para enseñarla de manera que todos convengan con él en que dicha regla opera en la estructura reflexiva de los juicios estéticos. La regla (modelo o norma) deja ver cómo, en el acto de  discernir, el entendimiento es usado no de manera lógica sino reflexiva. 

Así, Perfil de la mujer peruana, hecho sobre la base de estadísticas de medidas del tamaño medio y de las proporciones de las diferentes partes del cuerpo de la mujer peruana, en 1981, por Teresa Burga y Marie France Cathelat, hace posible, entre otras cosas, comparar la norma occidental con la peruana. Por otro lado, permite, también, elaborar juicios estéticos acerca de la belleza de la mujer peruana tomando en cuenta el contexto específico (una comparación ya no externa sino interna a la antropometría local; es decir, a las medidas y proporciones específicas del cuerpo de la mujer peruana). Regresando a Kant, dar opinión (juicio) es importante porque allí la norma pone a prueba cierta habilidad reflexiva del entendimiento (que consiste en colocar  debajo de muchos perfiles singulares el modelo o la norma pre-existente) para establecer un juicio específico en un caso particular. Así, dice Kant "[La norma] es, para todo el género, la imagen que oscila entre todas las intuiciones singulares y variadamente diferentes de los individuos, que la naturaleza ha puesto como arquetipo en el fundamento de todas sus generaciones en esa misma especie, pero no parece haber logrado plenamente en ningún individuo". 




Así, en la figura lo que salta a la vista es la diferencia entre la norma peruana y la occidental. Primero, en el tamaño y segundo en la proporción entre el torso y las piernas. "El presente estudio se ha realizado en 219 personas de sexo femenino de 25 a 29 años de edad provenientes de áreas de Lima Metropolitana con clase media relativamente importante.(...). En el caso de variables antropométricas se calculó el promedio, deesviación standard de acuerdo a las técnicas estadísticas usuales. Las otras variables han sido descritas como proporciones". Otra vez, regresando a Kant, éste solo está interesado en discutir la existencia de este tipo de normas para mostrar cómo funciona el juicio estético. Como hemos visto, siguiendo a los estetas ingleses, se trata de normas del gusto en cada cultura. Nos dice que, a diferencia de esta norma "empírica", sin embargo, el juicio de gusto resulta ser una estructuraUna estructura quepara funcionar, requiere de algún concepto; es decir, de algún modelo o alguna norma. Porque sino no funcionaría. Solo se puede observar lo particular y específico colocando debajo de dicho particular algo general. Solo podemos juzgar estéticamente la figura humana de una peruana en particular, si conocemos cual es su perfil general, su norma, nos dice. Así, aún no logro comprender por qué el estudio pionero de Teresa Burga (invitada a la Bienal de Venecia de este año, 2015) y de Marie France Cathelat, no solo no haya sido lo suficientemente difundido, sino discutido por nuestra comunidad académica. El estudio nos otorga como donación una estadística aplicada al perfil de la mujer peruana y descubre los modelos en tanto normas empíricas que obran como parte de nuestros sentidos comunes. Kant, reconoce la importancia de estas normas "empíricas" pero, así mismo, las critica. Y lo hace allí en donde tiene que hacerlo: se pregunta ¿por qué la presentación de la obra en un entorno espacial, por ejemplo, de la escultura griega El Doríforo, no despierta (entre quienes lo observan) placer estético ni entusiasmo alguno? Su respuesta va por este lado: si es imposible que podamos identificar, en esta escultura, a alguien en particular con nombre y apellido, ( y esto es obvio pues sino dicha escultura no aportaría ninguna norma), "su presentación tampoco place por su belleza [...]"; más aún, dicha presentación, es "meramente académica". En otras palabras, Kant desmitifica la existencia de una norma universal de la belleza asociada al mundo griego y abre, a su vez, una búsqueda nueva de indagación estética en el concierto de la diversidad cultural.          





[La imagen abridora: una fotografía de Fernando La Rosa, Mississipi River, Estados Unidos, 1991. La segunda imagen corresponde a una fotografía tomada de Internet, de El Doríforo,  famosa escultura que la tradición convirtió en el canon griego de las proporciones perfectas para la figura humana. La tercera imagen resulta de interés pues ofrece, según Juan Acha, la obra cumbre del no-objetualismo peruano: un proyecto de levantar el perfil de la mujer peruana en distintos registros: psicológico, educativo, religioso, antropométrico, etcétera. Se trata de la carátula del libro Perfil de la mujer peruana, de Teresa Burga y Marie France Cathelat, Lima, Instituto de investigaciones sociales y el Fondo del libro del Banco Industrial del Perú, 1981. La tercera imagen está tomada de la página 242, de dicho libro, Perfil antropométrico [de la mujer peruana]. La cuarta imagen corresponde a un díptico fotográfico que muestra dicho Perfil antropométrico de frente y de costado, p.243.]   


[Todas las citas de Kant están tomadas de la edición venezolana de Monte Avila de la Crítica de la facultad de juzgar, en la traducción del filósofo chileno Pablo Oyarzún, 1991. La discusión acerca de las ideas de Kant, entre los artistas peruanos es poco frecuente. Sin embargo, existe una interesante excepción en el texto de Ciro Palacios, un vanguardista que animó la escena local entre 1965 y 1975, titulado El genio: principio trascendental de la estética de Kant, Lima, UNMSM, 2007].

martes, 7 de junio de 2011

Lima

Imagen al paso, señala hacia una bizarra colección de tardes, con algo más de tres elementos. Un poste que conversa con un árbol a través de una línea de tierra y de horizonte que corren para encontrarse. El tedio algo salado de la Costa Verde y un desequilibrio sugerido. Las incontables tardes en las que el viento, camino de las olas, juega incansable con aquellas hojas que, agotadas y húmedas, sonríen a lo lejos. No es esta piedra ni tampoco el grupo de más allá, el canto rodado del horizonte algo curvado de esta constelación y de este universo. No. Resulta todavía tratable ese polvo que indica algún otro descuido, alguna otra inesperada ventana hacia ninguna parte. Quizá la vida solo requiera de un nuevo instante (no este) para completar una nueva apariencia, un nuevo horizonte, una nueva perspectiva. Pero si por azar o por necesidad acaso no esperamos lo suficiente y nos vamos, nunca lo sabremos.

[Foto: archivo de Trecemonos. Algún día de marzo de 2011, La Costa Verde, Lima-Perú]