viernes, 7 de mayo de 2010

Panza de burro


En los días en los que el sol comienza a desaparecer, todavía queda el deseo de mirarlo. En Lima nuestra primera manera de extrañarlo ocurre cuando, de pronto, amanece con una espesa neblina en la Costa Verde que ahora ya no es ni ligera ni blanca, sino pesada y color panza de burro. Una repentina invitación a la melancolía, pero también a la protesta soterrada en contra de esta situación que uno intuye como arbitraria y semejante a una enfermedad crónica. No. Lo que está en juego no es la alegría de vivir, sino tal vez algo más circunstancial y epidérmico. Una circunstancia que se confunde con la persistente garúa limeña y la sensación de una tarde que no termina nunca y que se atreve a diluir el día en la noche, las ganas en molicie y cualquier grito en una voz pusilánime. El sol ha decidido mudarse y dejar, en lugar del fuego que lo identifica, al elemento marino que solo el agua sabe alimentar. Así, lo epidérmico parece alcanzar una extraña necesidad. En estos primeros días, limeños sin más, busco una distancia quizá inútil y pasajera, pero distancia al fin. Una que me distraiga de este ventarrón y que me lleve lejos de aquí. Ahh Lima, amada y odiada Lima, la vida continúa, chispiante e intransigente, contigo o sin tí. 


[Fotografía: archivo Trecemonos. La Costa Verde, algún día de mayo de 2010. Música, link de la página www.goear.com, "Sin tí", de Los Panchos]

1 comentario:

  1. ....Lima paradójica y dulce al escuchar a Los Panchos quienes vienen a mi memoria de mis 1eros años de vida...cuando en la trajinada calle Pardo y Aliaga pasaba un auto cada veinte mtos. y er de una sola vía y el parque de El Olivar se extendia hasta esta calle llena de vegetación y aire puro, ademas de las
    ovejas que pastaban al frente de mi casa, el 1er edificio de la 3era vez mencionada calle.

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