jueves, 31 de marzo de 2011

Segunda apropiación: la vanguardia



"La vanguardia de la metrópoli es -a partir de su base social- también la vanguardia de todo el sistema colonizado o imperializado. Sin embargo es preciso tener en cuenta que el problema no es de comunicación, sino de desarrollo de la base social del arte, de conformación de los estratos sociales que lo acogen y lo legitiman. Por esto al lado de los 30 años de "atraso" que menciona Francisco Stastny para explicar a Hernández o Castillo, que podrían explicarse en términos de comunicaciones lentas entre Europa y el Perú, podríamos hoy colocar los diez o quince años de "atraso" que ya llevamos frente al arte conceptual neoyorquino, o a escuelas como el minimal art, el earth art, el arte povero, el hiperrealismo, etc. que nunca han llegado realmente a nuestras costas, aunque el medio artístico, y el propio mercado, hayan estado en contacto con esas obras y sus principios teóricos". [Mirko Lauer, 1976].

Para la mirada de este autor, la "vanguardia" de la metrópoli equivale a la misma de acá. Piensa que existe una "base social" que articula ambas vanguardias. Una articulación que deja ver un "sistema colonizado" del arte, para unir lo de "acá" con lo de "allá". Pero lo más interesante es la completa caducidad de la cita, pues ahora en tiempos de google y de comunicación instantánea a través del Smartphone por WhatsApp u otras aplicaciones la idea de un "atraso" por comunicaciones lentas, quizá sea totalmente anticuada e incomprensible. Que los posibles diez o quince años, se hayan convertido en cero, llama poderosamente nuestra atención. Pero que la colonización mental, aún así, siga vigente, no debe confundirnos. ¿Por qué el minima art, el earth art, etcétera, tendrían necesariamente marcar una ruta en la historia del arte peruano?, ¿cuál sería la forma de llegar a nuestras costas, de estas prácticas estético-artísticas? Que pudieran haber llegado bajo algún signo derivativo, o como una ruina prematura a la escena artística, por ejemplo, de la década de 1990 en Lima, quizá hable de alguna manera bizarra a nuestro oido y a nuestro ojo del siglo XXI pandémico.   

No puedo dejar pasar algún comentario acerca de la imagen del fotógrafo, Carlos "Chino" Domínguez. La imagen retrata a una "casa buque" derruida y tapiada. Se llamó casa buque en Lima a un tipo de edificación moderna a la que la burguesía local se aficionó, de pronto, en la década de 1940. Durante mucho tiempo mi mirada se depositó sobre esta imagen, una y otra vez, y fue imposible dejar de percibir una correspondencia entre esta y el viejo tópico del supuesto "atraso" del arte local respecto del internacional. Una casa moderna hecha ruina cuyo interior permanece acaso vacío, oscuro y opaco frente a su contexto exterior. Y a la inversa, una casa moderna hecha ruina cuyo exterior muestra que, quizá, modernidades más recientes han hecho que sus habitantes la dejen abandonada. Pero ¿dónde se han ido? ¿no repiten con insistencia dicho gesto? 


Esta potente metáfora me parece una ilusión: una fantasmagoría que ataca a un "enfermo imaginario".  Las formulaciones que acusan de colonial y eurocéntrica a esta mirada me resultan sumamente atractivas. No hay que buscar, por tanto, caracterizar a las vanguardias en América Latina, usando como referentes las potenciales rupturas con el "modernismo" (cuya continuidad histórica se inscribe en el llamado contexto internacional). Hemos renunciado a esta metáfora. Hay que buscar menos las semejanzas con dicho contexto y más las diferencias. Hacer un registro de la historia acontecida en los contextos locales y no de las imposibles semejanzas con un supuesto o real mainstream que llevaría, junto con su iniciativa, en un solo movimiento, a la definición de lo pertinente y de lo que hay que hacer en materia de estética y de arte.
 
La fotografía es de Carlos "chino" Domínguez (1933-2011) y sirvió de carátula a Introducción a la pintura peruana, de Mirko Lauer, cuya primera edición apareció en Mosca Azul, 1976, Lima, Perú, p.78. La cita retoma el tema del posible atraso de "nuestra pintura" respecto de la metrópoli y su vanguardia, pero en otros términos. Hacia mediados de  la década de 1970 Lauer, quien tenía poco más de 28 años, asumió cierto liderazgo en el ámbito de la cultura local. Es interesante notar que, si Juan Acha había pensado, hacia 1961, que la distancia entre la pintura peruana y la internacional había desaparecido, Lauer retoma el tópico del "atraso", pero esta vez comparando formas estéticas distintas, puesto que de un lado coloca a la pintura y de otro a formas vinculadas al arte contemporáneo, como las instalaciones en espacios interiores del minimal art, las intervenciones en la naturaleza del earth art, los ensamblajes y acumulaciones de objetos en otras formas de "instalacionismo" en el arte povera, etcétera.
 

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